sábado, 17 de noviembre de 2012



Dos caras de la paz


Del 26 de Agosto hacia acá hemos tenido unas semanas agitadas: demandas entre famosos, quién podría ser el posible ganador del reality (que no tiene nada de real), los tuits de Uribe, los goles de la selección y el anuncio del presidente de los diálogos de la paz. Muchas cosas de qué preocuparse al tiempo, pero este último boom mediático es el que más comentarios ha generado, hasta el Papa y las Naciones Unidas han opinado al respecto, pasando por la insurgencia, las fuerzas militares, Chávez, Simón Trinidad, Piedad Córdoba y los gobiernos de Chile, Cuba y Noruega.
La expectativa nos tiene al borde del colapso, después de diez años del Caguán la iniciativa de la guerrilla más antigua del mundo y el gobierno que viene de un periodo de impunidad de 8 años de sentarse a solucionar el conflicto interno sin un muerto más, pone en las bocas de todos los colombianos la palabra Paz.

El acuerdo general para el fin del conflicto, gira entorno a 5 puntos que van desde el acceso y uso de la tierra hasta la reparación a las víctimas. Ambas partes exigen ciertas garantías de la otra, pero ninguna cede en las armas hasta que no se llegue a una solución.

Hay que tener algo claro: los diálogos no aseguran la paz. La paz es un proceso, y no se aparece de repente ni la trae alguien; la paz puede ser real en cuanto exista una verdadera democracia, que asegure educación, vivienda, trabajo y salud como derechos fundamentales, que tenga un respeto serio con la memoria colectiva y la pluriculturalidad del país, que exija  justicia, reparación y verdad para las víctimas, que venimos siendo casi 3 generaciones afectadas por el conflicto, pues pueden llegarse a muchos acuerdos sobre el papel entre los dos bandos, pero si no cambia la situación del país muchos otros hombres y mujeres seguirán viendo en las armas el camino para exigir la paz.

Es desde ahí que la otra cara de la paz se hace visible, reconocemos que existe una disposición gubernamental para el cese al conflicto, pero entendemos también que no es ésa la única opción para la paz. Queremos una paz con justicia social, soberanía y democracia,y por eso la estamos construyendo todos los días con el bloque de oposición, con una Ruta Social Común Para la Paz , dialogada con los principales afectados por el conflicto: los pueblos. Y somos los pueblos, quienes creemos que con transnacionales adueñándose del territorio, con privatización de nuestros derechos más básicos, con contaminación ambiental gracias a la locomotora minera y sin seguridad alimentaria no podemos hablar de Paz.

Queremos paz sin bases militares, sin bombardeos ni minas. Queremos paz con garantías para salir a decir lo que no está funcionando, y llegar a acuerdos para cambiarlo y queremos autonomía para ejercer el derecho propio pero sabemos que sólo podemos hacerlo si construimos un proceso nacional que nos involucre a todos, porque creemos que la sociedad civil, nosotros, somos el principal actor de la paz, demostrado con hechos, con mandatos, como sujeto político que piensa con los pies en la tierra, y sabe por lo tanto, que no es posible la paz sin la perspectiva de otro país.

Nos convocamos entonces al Congreso para la Paz, una iniciativa incluyente, diversa, decisoria y legislativa desde la gente, con los que vivimos a diario los estragos de las reformas del honorable Congreso, pensándonos el país desde lo local, las regiones y la nación, teniendo en cuenta las particularidades sectoriales que influyen en la construcción de Paz, con vida digna, soberanía territorial, solución al conflicto armado y democracia real.


Porque anhelamos la paz,
Rechazamos la guerra y
Hacemos propuesta para la vida


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